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Autor del
artículo original: Jose Luis Zamora Rubio
Más acerca de este artículo
Nació
en Minglanilla el 9 de mayo de 1936, en el seno de una humilde
familia dedicada a tareas agrícolas, hijo de Rómulo Martínez
(apodado “Gallina”, de ahí viene el apodo por el que Antonio es
conocido) y Josefa Palomares. Su padre se dedicaba a la
agricultura y su madre era ama de casa. El matrimonio tenía 3
hijos, Julián, María y Antonio.
Fue a la escuela
hasta los la edad 10 años, pero debido a la precariedad de
aquella época tuvo que dejar la Escuela Municipal para ayudar a
su padre en las labores del campo. En el breve tiempo de su
escolarización no tuvo tiempo a aprender casi nada, sin embargo
tuvo la suerte de que por las noches cuando una persona mayor
del pueblo, Ricardo “el de la Zagala” les enseñaba a él y a
otros jóvenes a leer, escribir, sumar, restar… lo básico de
aquellos tiempos, en que el analfabetismo campaba por toda
España.
Su adolescencia
estaba marcada por los trabajos en el campo (escardar, espigar,
trillar, etc.), disfrutando grandes momentos con sus amigos del
pueblo y haciendo travesuras propias de la edad, travesuras que
no pasaban desapercibidas. En una ocasión salió a la carretera
con su capa de torear e intentó dar dos capotazos al autobús de
Madrid-Valencia, pero le fallaron los reflejos y fue
atropellado, por suerte la cosa quedó en magulladuras y un buen
susto, en especial a sus padres. Cómo no contar cuando quiso ser
Sazán (personaje del cómic, actualmente conocido como Capitán
Marvel), así que ni corto ni perezoso nuestro amigo Antonio se
subió a una garbera (pajar que normalmente en el primer piso de
las casas del pueblo en donde se guardaba la paja para el
ganado, sarmientos, etc), se colocó el delantal de su madre
atado al cuello simulando una capa, y al grito de “piedras
quitaros que os voy a escalabrar, ¡¡Soy Sazán!!” lanzó un
petardo y tras éste se tiró él, y claro las piedras lo
escalabraron a él.
En el pueblo todos
se conocían y a él le gustaba una buena moza llamada Vicenta, y
en el año 1957 entabló relaciones con
ella, la que seria la mujer de su vida, Vicenta Martínez Blasco,
nacida el 10 de agosto de 1938. El formalizar relaciones en
aquella época, era muy normal hacerlo antes de ir a la “mili”.
En su noviazgo tuvo que pasar año y medio cumpliendo con la
Patria como se decía (1958-1960), destinado a Getafe (Madrid),
en este periodo estuvo marcado por grandes anécdotas debidas a
la juventud y ese humor tan característico que siempre tenía.
A su vuelta de la
mili en el autobús se dedicó a preparar los papeles para
casarse, ese era su mayor deseo, todo el tiempo que tuvo que
estar en Getafe haciendo el Servicio Militar. Finalmente, en ese
mismo año, el 11 de agosto de 1960, contrajo matrimonio con su
amada Vicenta.
Antonio se dedicó a
la agricultura como su padre, su mujer Vicenta, era ama de casa,
ayudando en ocasiones en las labores del campo. Fruto de esta
unión fueron sus 4 hijos, Vicen, Antonio, José y Rosana.
Siempre llamó la
atención que, siendo un poco tartamudo, pues se le trababa
bastante la lengua al hablar, la facilidad que tenía para
comunicarse con personas de todos los países.
Cuando llegó a la
edad de 65 años, la edad normal de jubilación de otras personas,
para él no fue así de normal. Se puede decir que el nunca llegó
a jubilarse. Su mundo de los aragonitos se lo impidieron,
aquellos que le dieron tanta fama y que en España popularizó su
apodo “gallina”, nombre-apodo familiar por el que se le conocía
en Minglanilla y en el mundo, no siendo sólo su nombre sino el
de Aragonito y Minglanilla, siempre unidos a él.
Hacer también
mención de su refugio que fue la caseta de campo en la que
muchos de los que le conocieron compartieron momentos, bromas y
charlas, allí hizo de su jubilación un rincón donde disfrutar
con toda su familia y amigos, pues todos los años festejaba allí
la fiesta de su patrón San Antonio al que tanta devoción le
tenía. Eran todos los días 13 de junio de cada año, juntando a
su familia y conocidos (medio pueblo), no faltando la popular
traca, juegos populares y procesión con la talla de su Santo
patrono.
Antonio nos dejó el
26 de marzo de 2021, llevándose con él entre sus manos una de
sus cruces de aragonito más preciadas. Dejó gran descendencia,
su hija Vicen, se casó con Manuel, le dieron tres nietos,
Manuel, Javier y Pablo; Antonio, casado con Amparo tuvieron a
Irache y Alexis, su hijo José casado con Juliana le dio a Berta,
esta unión no fraguó y terminaron separándose, y, Rosana casada
con Javier le dieron a Bárbara y Javier. Y también consiguió
conocer a cuatro bisnietos Manuel, Vega, Darek y Marcos. Esta es
la gran familia de Antonio “Gallina”, y en los últimos años, sus
nietos fueron los juguetes y la culminación del amor que siempre
tuvo por los suyos, sus amigos y los aragonitos.
Fue un hombre
amable, cordial y siempre presto a ayudar a todos los
mineralogistas que se desplazaban a esa localidad, en el momento
que alguno hacía acto de presencia y él se enteraba, acudía a
charlar y a enseñar los sitos más idóneos para recolectar,
gustaba enseñar su colección y hablar sobre la misma, tan pronto
se le podía ver en el pino de la Vacariza, como recogiendo
maclas en Enguídanos, aunque la macla perfecta de aragonito que
a todos nos mostraba con orgullo y cuyo ejemplar es conocido
mundialmente es de Minglanilla.
Luchó y a punto
estuvo de conseguir un Museo de Minerales en su pueblo de
Miglanilla, pero las arcas municipales no pudieron ayudar a que
se ejecutase tan magna obra, esperamos que con el tiempo se
cumpla su deseo, y, sea un Museo-Aula de la Naturaleza de los
terrenos del Keuper, con sus aragonitos, yesos rojos, Jacintos
de Compostela, su mina de sal, y, de paso aprovechar su valor
paisajístico, de cárcavas, el rio Cabriel, y su Parque Natural
de las Hoces del Cabriel, el embalse de Contreras y otros muchos
lugares, aprovechamiento en beneficios de esta villa de La
Manchuela conquense, Antonio Martínez Palomares, el “Gallina”
puso la primera piedra . . .
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Fotografías de Jacques Lafite |
Fue alrededor del
año 1974 cuando Antonio descubrió los aragonitos, hasta ese
momento no tuvo ningún tipo de contacto con este mundillo ni
había prestado atención. Todo empezó cuando en uno de los viajes
a su casilla, se cruzaba con frecuencia con un joven americano
llamado Victor (Vik) Young, persona simpática y muy amable pero
poco comunicativo, un día se saludaron y a partir de ahí se
hicieron íntimos amigos. Antonio le ofreció a Víctor su casilla
para dormir, ya que este dormía en una cueva. Fue cuando Víctor
le descubrió e introdujo en el mundillo de los aragonitos,
comentándole “Antonio aquí hay unos minerales muy preciados en
todo el mundo llamados “aragonitos”. Te voy a enseñar como
encontrarlos y yo haré saber en el mundo que tu vendes estos
minerales, haz tarjetas con tu nombre y dirección y yo me
encargaré de repartirlas y hacerte famoso. Vik fue una persona
que adoptó la forma de vivir del movimiento hippie surgido en
Estados Unidos en los años de 1960, Vick dio a conocer también
los grandes ejemplares de aragonitos de Marruecos.
A partir de ese
momento Antonio comenzó a buscar aragonitos pasando a ser lo que
sería la gran pasión durante toda su vida. Tanta pasión sentía
que, a la hora de reformar su casa, toda una fachada y una
chimenea las decoró con aragonitos.
Tal como le comentó
Víctor, y gracias a la información que distribuyó, comenzaron a
venir personas de todo el mundo a intercambiar aragonitos por
otros minerales, así es como se hizo con su gran colección. La
cual está formada por una gran variedad de minerales, entre les
cuales destaca y merece especial mención su cruz perfecta de
aragonito, a sus piñas, muchos acompañados de jacintos, maclas,
fósiles, etc.
Un gran momento para
Antonio en su mundo de los aragonitos, fue cuando un joven
llamado Enrique Cucera (actualmente tiene una tienda en
Barcelona llamada Natura Kucera, le propuso que le cogiera medio
millón de aragonitos pequeños para realizar una promoción de la
marca Cola Cao. Encantado con el trabajo se puso manos a la
obra, con la ayuda de todos sus hijos, a los cuales les tocó la
labor de contar uno a uno los 500.000 aragonitos comprometidos.
Más tarde el grupo
de mineralogía y paleontología del grupo de empresas Iberduero
de Bilbao contactó con Antonio a través de Santiago Giménez
(gran amigo de la familia) para hacer unas excursiones a las
minas de sal, lugar donde el encontraba sus preciados aragonitos.
Tras esto, en la 4ª Bolsa-Exposición Internacional De Minerales
y Fósiles. 24-25 octubre 1981, fue homenajeado y distinguido por
sus trabajos y difusión del aragonito en el mundo, destacando en
dicho certamen su amabilidad y personalidad campechana.
Estos no fueron sus
únicos contactos con el mundo de la mineralogía, también se
relacionó con Juan Montal, comerciante de minerales de
Villafranca del Penedés de Barcelona, fallecido en 1980, Miguel
Calvo Rebollar, a quien prestó gran ayuda en la documentación de
los yacimientos, Ana (Holanda), Matías (Alemania), Andrés
(Valencia), Joan Viñals, el sr. Barahona de Recas, es más
conocido en Recas como Antonio “El de la Tía Natalia”, también
de origen humilde, y fueron otros muchos los que tuvieron la
suerte de conocer a “Gallina. |
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