La maestra Dª. Mª. Carmen Morón García ha
indagado acerca de este recién recuperado
enclave para la nostalgia y recreo de los
minglanilleros y ha recogido los testimonios de
personas que por su edad conocieron la ermita
antes de su prolongado letargo en el abandono,
que no en el olvido. Dª. Amelia Ponce, D.
Alejandro Ponce y Dª. Julieta le han contado lo
que sigue:
Recuerdo
que alrededor de la ermita existían casas que
según cuentan fueron el origen del pueblo. En un
reciente
campo de trabajo se llegan a hallar restos de
enterramientos. Alejandro Ponce ha llegado a ver
los restos. Estas casas estaban alrededor de las
huertas que allí se ubican. Otro grupo de casas
tenía la denominación de "Huerta de la
Molinera". Creen recordar que aún existían
otros grupos.
En un principio sólo estaban
las casas. Posteriormente decidieron construir la
ermita. Algún cura de vez en cuando bajaba a
decir Misa. Cuentan que ponen la ermita cerca de
algún arroyo o rambla existente para tener agua
para los bautizos. La advocación era a Santa
Bárbara, cuya festividad se celebra el 4 de
diciembre. Algún tiempo después ponen una
posada enfrente de la iglesia parroquial actual
(exactamente en la esquina de Doña Marina) y ya
se empieza a establecer en el actual
emplazamiento más gente. Ponen la escuela y la
gente que habita en las huertas se traslada al
pueblo en el actual emplazamiento. Trasladan a la
Santa al pueblo y es custodiada por un mayordomo
durante todo el año. Éste se compromete a hacer
"la caridad" (panecillos anisados) para
el año siguiente, hasta otro año que cambian.
La fiesta consistía en que
la gente mayor iba a Sta. Bárbara el día
anterior a la fiesta, la limpiaban y por la tarde
el
Sacerdote
celebraba Misa. La gente joven y los demás
romeros acudían en carros engalanados.
Como era la primera fiesta
del mes de diciembre se estrenaban las mujeres y
jóvenes en un tiempo los chales y dedespués los
abrigos.
El camino era muy malo. En un
carro se llevaba a la Santa que había custodiado
el romero. Al llegar se subía a unas andas, se
llevaba una procesión alrededor de la ermita y
después se celebraba la Misa. La procesión la
portaban los mozos que habían entrado en
quintas, portando la bandera de España. Al final
de la Misa, en un principio el mayordomo, y
posteriormente la familia de los quintos,
repartían "la caridad". Ésta la
llevaban en grandes cestos de mimbre. Al final de
esta celebración los quintos rasgaban la bandera
y a modo de
recuerdo se
colocaban al cuello los trozos de la misma. Todo
el mundo volvía a casa a comer.
Santa Bárbara sirvió de
refugio a las imágenes de la Iglesia en tiempos
de la Guerra Civil española. Los santos, no
obstante fueron quemados, pero la ermita quedó
en pié en un primer momento, si bien poco a poco
se fue deteriorando, quedando sólo unos restos
cuando el Alcalde Rogelio Pardo decidió
recuperarla.
Fotografías cedidas por el
Exmo. Ayuntamiento de Minglanilla
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